Las lesiones más frecuentes de la sarna son pápulas, vesículas, pústulas y nódulos (1).
Clásicamente, pueden observarse madrigueras lineales de color blanco grisáceo en las telarañas de los dedos, los laterales de los dedos, las muñecas, los codos, el pliegue axilar anterior, la zona periumbilical y las areolas.
En las nalgas y los genitales masculinos rara vez se observan madrigueras, sino pápulas firmes y rojas.
La sarna se caracteriza por un picor intenso y persistente, a menudo peor por la noche y después del baño, que suele ser la molestia inicial, lo que indica que se ha desarrollado hipersensibilidad y puede preceder a la infección en varias semanas. A menudo hay una erupción generalizada con muchas pápulas pequeñas, pero puede haber excoriación, dermatitis e infección secundaria con vesículas y pústulas (1).
En el primer ataque, el periodo de incubación es de 2-6 semanas, pero es mucho más corto en los ataques posteriores, posiblemente de tan sólo 24-48 horas (1).
La presentación clínica puede variar según la edad del paciente:
En lactantes y niños pequeños, puede observarse una distribución atípica de las lesiones (vesículas, pústulas y nódulos). Debido a la aparición de eczematización e impétigo, la sarna puede confundirse con la dermatitis atópica (2).
En la sarna no tratada puede producirse una infección secundaria grave y extensa que puede dar lugar a celulitis, foliculitis, forúnculos, impétigo o linfangitis (1).
En personas inmunodeprimidas, los ácaros de la sarna también pueden infectar la cara, el cuello, el cuero cabelludo y las orejas (1).
Pueden producirse presentaciones clínicas atípicas (1):
Referencia:
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