Las úlceras por presión son el resultado de daños en los tejidos profundos, que son susceptibles de sufrir daños por la presión y las fuerzas de cizallamiento, y en los tejidos superficiales, que sufren daños por la fricción y la humedad.
Inicialmente, los tejidos de la hipodermis se necrosan, seguidos de la piel suprayacente. Finalmente, la piel se desprende dejando una base de tejido subcutáneo necrótico y grasa sobre tejido de granulación. La presión extensa y prolongada puede dar lugar a ulceraciones que se extienden a los tendones y el hueso.
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