En primer lugar, hay que evaluar la gravedad de la enfermedad aguda del diabético recién diagnosticado. El médico debe establecer una buena relación y explicar que el cumplimiento de la dieta (y de los fármacos) está asociado a un buen pronóstico.
El impacto del diagnóstico de diabetes no debe subestimarse y debe predecirse a la luz de las concepciones existentes de los pacientes.
Muchos diabéticos de tipo II recién diagnosticados no están gravemente enfermos. Con una supervisión cuidadosa, se puede introducir una dieta diabética durante varios meses antes de decidir si están indicados los fármacos.
El médico debe decidir si está indicada la insulina o si el paciente debe ingresar en el hospital.
Al menos un centro del Reino Unido aplica una política de tratamiento de la diabetes infantil recién diagnosticada desde el domicilio, sin ingreso hospitalario. Se cree que así el paciente se siente más seguro e independiente.
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