Principios generales
- las benzodiacepinas se asocian a un peor resultado a largo plazo y no deben prescribirse para el tratamiento de individuos con trastorno de pánico
- los antihistamínicos sedantes o los antipsicóticos no deben prescribirse para el tratamiento del trastorno de pánico
Intervenciones farmacológicas - medicación antidepresiva
- los antidepresivos deben ser la única intervención farmacológica utilizada en el tratamiento a largo plazo del trastorno de pánico
- las dos clases de antidepresivos cuya eficacia está demostrada son los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) y los antidepresivos tricíclicos (ATC).
A menos que se indique lo contrario, debe ofrecerse un ISRS autorizado para el trastorno de pánico.
Si un ISRS no es adecuado o no hay mejoría después de un tratamiento de 12 semanas y si es apropiado otro medicamento, se puede considerar la imipramina o la clomipramina.
Al prescribir un antidepresivo, el profesional sanitario debe tener en cuenta lo siguiente
- los efectos secundarios al iniciar el tratamiento con antidepresivos pueden minimizarse comenzando con una dosis baja y aumentándola lentamente hasta conseguir una respuesta terapéutica satisfactoria
- si la persona muestra mejoría con el tratamiento antidepresivo, la medicación debe continuarse durante al menos 6 meses después de alcanzar la dosis óptima, tras lo cual la dosis puede reducirse gradualmente
- si no hay mejoría tras un tratamiento de 12 semanas, debe ofrecerse un antidepresivo de la clase alternativa (si otro medicamento es apropiado) u otra forma de terapia
- la interrupción brusca de los antidepresivos puede provocar síntomas de interrupción/abandono. Para minimizar el riesgo de interrupción/síntomas de abstinencia al dejar los antidepresivos, la dosis debe reducirse gradualmente a lo largo de un periodo de tiempo prolongado.
- todas las personas a las que se prescriben antidepresivos deben ser informadas de que, aunque los fármacos no se asocian a tolerancia ni a ansia, pueden aparecer síntomas de interrupción/abstinencia al suspender u omitir dosis u, ocasionalmente, al reducir la dosis del fármaco. Estos síntomas suelen ser leves y autolimitados, pero ocasionalmente pueden ser graves, sobre todo si se interrumpe bruscamente el tratamiento.
- Los profesionales sanitarios deben informar a los pacientes de que los síntomas de interrupción/retirada más frecuentes son mareos, entumecimiento y hormigueo, trastornos gastrointestinales (especialmente náuseas y vómitos), dolor de cabeza, sudoración, ansiedad y trastornos del sueño.
- si los síntomas de interrupción/retirada son leves, el profesional debe tranquilizar a la persona y controlar los síntomas. Si se experimentan síntomas graves tras la interrupción de un antidepresivo, el profesional debe considerar la posibilidad de reintroducirlo (o prescribir otro de la misma clase que tenga una semivida más larga) y reducir gradualmente la dosis mientras controla los síntomas.
Seguimiento de las intervenciones farmacológicas:
- cuando se inicia una nueva medicación, la eficacia y los efectos secundarios deben revisarse a las 2 semanas de comenzar el tratamiento y de nuevo a las 4, 6 y 12 semanas
- al cabo de 12 semanas, debe evaluarse la eficacia del tratamiento y decidir si se debe continuar o considerar una intervención alternativa
- si la medicación se prolonga más allá de las 12 semanas, el individuo debe ser revisado a intervalos de 8 a 12 semanas, dependiendo de la evolución clínica y de las circunstancias individuales.
Notas:
- tranquilizantes:
- tranquilizantes benzodiacepínicos:
- como clordiazepóxido, diazepam
- no deben recetarse durante más de 7 días, para evitar la dependencia
- azaspironas como la buspirona
- sólo se recomiendan a corto plazo
- los betabloqueantes pueden ser útiles si las palpitaciones son un problema
Referencia: