La hemostasia se consigue mediante un diodo de silicona antiadherente a través del cual se hace pasar una corriente en la punta de un endoscopio. Se produce un calentamiento localizado. Al igual que con las técnicas de electrocoagulación, se requiere irrigación, pero la precisión es elevada. El operador puede controlar la temperatura de la sonda y el tiempo de contacto con el tejido.
Los informes preliminares sugieren que las sondas calefactoras pueden ser tan eficaces como el láser o la electrocoagulación.
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