La menopausia se produce cuando se agota el suministro de ovocitos receptivos. Una mujer nace con aproximadamente 1,5 millones de ovocitos. Un tercio se pierde en la menarquia y el resto durante la vida reproductiva. La mayoría de las mujeres menstrúan unas 400 veces; en cada ciclo, unos 20 - 30 folículos primordiales comienzan a desarrollarse y se vuelven atretricos. Como el número de ovocitos que se pierden por ovulación es muy inferior al número presente en la menarquia, hay que concluir que la mayoría se pierden por envejecimiento. Esto explica probablemente por qué la edad de la menopausia no está relacionada con la edad de la menarquia ni con la paridad.
La perimenopausia se caracteriza por una mayor proporción de ciclos anovulatorios. Como consecuencia, disminuye la producción de progesterona, los cambios endometriales secretores son menos marcados y la menstruación se vuelve irregular.
Tras la menopausia, la producción de estrógenos disminuye al perderse la principal fuente de estradiol: las células de la granulosa del folículo en desarrollo. Por lo tanto, se reduce la retroalimentación negativa sobre la producción hipofisaria de FSH y LH por parte de los estrógenos. Los niveles séricos de FSH y LH aumentan y los valores superiores a 40 UI/l indican el estado posmenopáusico.
La estrona se convierte en el principal estrógeno circulante en las mujeres posmenopáusicas. Es menos potente que el estradiol y deriva de la conversión periférica de la androstenediona por las células grasas. Dado que los niveles de estrona son más elevados en las mujeres obesas que en las delgadas, el nivel de estrógenos es un indicador menos fiable del estado menopáusico que las gonadotrofinas séricas.
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