Las penicilinas interfieren en la síntesis de la pared celular y son bactericidas. Se excretan en la orina en concentraciones terapéuticas; de hecho, a la primera persona a la que se administró penicilina se le extrajo el fármaco excretado de la orina y se le volvió a administrar, ya que en aquella época sólo podían producirse pequeñas cantidades del fármaco.
El probenecid bloquea la excreción tubular renal de las penicilinas y produce concentraciones plasmáticas más elevadas y prolongadas.
Otras mejoras desde el desarrollo original incluyen
- estabilidad ácida para permitir la administración oral
- espectro mejorado, por ejemplo con la ampicilina, que tiene actividad gramnegativa pero a expensas de la actividad grampositiva
- preparados insolubles para prolongar los niveles séricos, por ejemplo en la penicilina procaína
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