El acceso fácil a la circulación es un componente clave de la hemodiálisis. El acceso vascular (AV) ideal debe ser fácil de usar, fiable y tener un riesgo mínimo para el individuo que recibe la hemodiálisis (1).
A corto plazo, puede conseguirse mediante:
- canulación directa de grandes vasos - tubos de uno o dos lúmenes insertados en las venas subclavia o femoral
- derivaciones arteriovenosas externas - arteria y vena periféricas canuladas por separado, interconectadas con un bucle de tubo de silicona. Por ejemplo, arteria tibial posterior conectada a la vena safena larga: derivación de Quinton-Scribner (1,2).
Para un uso a largo plazo, la asociación renal del Reino Unido recomienda que todos los pacientes con enfermedad renal terminal que inicien hemodiálisis utilicen
- una fístula arteriovenosa como primera opción
- un injerto arteriovenoso (prótesis o material biológico) como segunda opción
- un catéter venoso tunelizado colocado en una vena central como tercera opción
- un catéter venoso no tunelizado como opción de necesidad (1)
Referencia:
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