Los receptores de calor de la piel aumentan su frecuencia de disparo de impulsos nerviosos de potencial de acción en relación directa con los aumentos de temperatura en el intervalo de 30 a 43 grados centígrados. El ritmo vuelve a disminuir pronto si se mantiene la misma temperatura ambiental: adaptación.
Puede existir un grupo especial de receptores de calor para temperaturas superiores a 44 grados centígrados.
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