la necesidad de tranquilizar al paciente puede ser la razón principal, a menudo la única, por la que acude al médico
tranquilizar de forma inadecuada es peligroso para el paciente y perjudica la credibilidad del médico, por lo que debe ser un acto tan planificado y deliberado como cualquier otro acto médico
es improbable que la tranquilización sea eficaz sin un grado adecuado de explicación, así como una anamnesis y una exploración adecuadas. El médico debe explorar la comprensión y los temores del paciente en relación con los síntomas, especialmente síntomas y signos potencialmente siniestros como dolor torácico, dolor de cabeza o un bulto.
tranquilizar requiere confianza y ésta depende de una buena comunicación. El médico debe tener en cuenta las diferencias de inteligencia y educación, experiencia médica, origen étnico, clase social y personalidad del paciente.
La tranquilidad también tiene más peso si existe un fuerte vínculo entre médico y paciente. Esto se debe a la continuidad asistencial, que puede facilitar que el paciente acepte el criterio del médico.
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