Las fracturas de la meseta tibial son más frecuentes en adultos de entre 50 y 60 años, pero pueden producirse en adultos de cualquier edad.
Se presenta con una rodilla muy hinchada, a menudo deformada y con un marcado hematoma.
En la exploración, la sensibilidad se percibe en el lugar de la fractura, pero también puede observarse en un lugar no fracturado, debido a una lesión ligamentosa. La hemartrosis y el dolor pueden dificultar la comprobación de los movimientos alrededor de la rodilla.
Pueden ser necesarias varias vistas diferentes para trazar un mapa completo de la lesión. No es infrecuente que sea necesaria una TC para evaluar con precisión el grado de conminución o depresión.
La lesión puede ser
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