Esta afección suele ser el resultado de una lesión por torsión o un golpe directo, con la rodilla en ligera flexión.
La fuerza necesaria para provocar una luxación puede variar en función de la morfología de la rótula; por ejemplo, en pacientes con una morfología patelar normal, la luxación puede producirse cuando están expuestos a fuerzas directas de alta energía, mientras que en pacientes con una anatomía anormal, las fuerzas indirectas pueden provocar una luxación (1,2).
A veces, la rótula se reduce por sí misma, pero lo más frecuente es que se observe como una protuberancia prominente en el margen lateral de la rodilla. El cóndilo medial queda al descubierto y puede confundirse con la rótula desplazada. Sin embargo, el desplazamiento medial es extremadamente infrecuente y, por lo general, una complicación de la cirugía en la luxación recurrente.
La rodilla está hinchada y no es posible el movimiento activo ni pasivo.
La radiografía de la rodilla confirma el desplazamiento y, en aproximadamente el 5% de los casos, revela una fractura osteocondral asociada.
Referencias:
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