Los antihistamínicos se utilizan en el tratamiento de las respuestas alérgicas, en particular las alergias nasales, por ejemplo la fiebre del heno, y pueden reducir la rinitis vasomotora. Todos ellos son capaces de reducir la rinorrea y los estornudos, pero son menos capaces de reducir la congestión nasal.
En términos generales, pueden dividirse en dos grupos: sedantes y no sedantes. La diferencia radica en la cantidad de fármaco que atraviesa la barrera hematoencefálica y, por tanto, en la cantidad de efecto que tiene el fármaco a nivel central. Los antihistamínicos no sedantes son un desarrollo más reciente, y debe tenerse en cuenta que pueden tener un efecto sedante en algunas personas.
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