Una historia de aparición rápida de signos neurológicos focales sugiere una HIC, especialmente si la persona tiene factores de riesgo de hemorragia, como hipertensión, diátesis hemorrágica, consumo de cocaína o tratamiento anticoagulante. Hay que buscar signos de presión intracraneal elevada, como cefalea, vómitos, papiledema y disminución del nivel de conciencia.
La confirmación de la sospecha de HIC suele realizarse mediante TC o RM. La TC define el tamaño, la localización y el lugar de un hematoma y otros criterios relevantes como la extensión al sistema ventricular, la presencia de edema circundante y la herniación. Los hematomas agudos están bien definidos por TC y muestran bordes lisos, pudiendo describirse "lóbulos reventados". La TC repetida puede utilizarse para seguir un empeoramiento.
La RM es más útil para mostrar hematomas más antiguos y para caracterizar las cavidades formadas por la resolución de una HIC. También puede mostrar malformaciones arteriovenosas.
La angiografía puede revelar malformaciones vasculares subyacentes y aneurismas. Suele estar indicada en pacientes normotensos.
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