El consumo de alimentos aumenta la temperatura corporal, ya que la digestión y la absorción son procesos muy activos que liberan calor como subproducto. Los alimentos también pueden convertirse en grasa subcutánea con fines aislantes. Por lo tanto, en climas fríos ingerir más alimentos es una respuesta adaptativa.
Lo contrario ocurre en ambientes fríos.
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