La CTG ha sustituido a la auscultación intermitente durante el parto porque el oído es insensible a los cambios sutiles de la frecuencia cardiaca fetal.
La información adicional obtenida mediante la cardiotocografía incluye el grado de variación de la frecuencia cardiaca y la forma de las aceleraciones y desaceleraciones.
Se cuestiona el valor de la cardiotocografía. Los estudios demuestran que provoca un aumento de las tasas de intervención quirúrgica, entre las que se incluyen:
La cardiotocografía es, sin duda, más restrictiva para la madre que la auscultación intermitente.
Sin embargo, se ha demostrado que la cardiotocografía reduce la tasa de convulsiones neonatales en los partos prolongados, inducidos o aumentados. Desgraciadamente, la prevalencia posterior de parálisis cerebral en esas pacientes no es menor que con otros métodos de monitorización intraparto.
La experiencia con la cardiotocografía es un ejemplo de las frustraciones que se derivan de la introducción universal de nuevas técnicas sin ensayos aleatorios de control previos. Ahora es imposible probar o refutar el valor de la CTG
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