La fijación interna suele ser el mejor medio para mantener una fractura reducida. Puede estar indicada para:
- fracturas que requieren reducción abierta - sólo en raras ocasiones la fijación interna no sigue a la reducción operatoria
- fracturas intraarticulares desplazadas que son lo suficientemente grandes como para interferir con la función articular
- fracturas por avulsión importantes con ruptura de un mecanismo muscular o ligamento importante - por ejemplo, las de la tuberosidad mayor del húmero, la rótula, el olécranon o el intercondíleo de la tibia
- Fracturas epifisarias Salter Harris tipo III y IV - requieren una reducción anatómica precisa para evitar la detención o deformidad epifisaria.
- fracturas que se sabe que cicatrizan mal - por ejemplo, las del cuello femoral, las fracturas de Galeazzi y las luxaciones de la fractura de Monteggia
- Retraso de la unión: puede responder a una fijación interna y a un injerto óseo.
- fracturas patológicas - la enfermedad ósea subyacente puede impedir la curación
- Fracturas múltiples: cuando se fracturan los dos huesos de una extremidad o el mismo hueso en ambas extremidades, puede ser mejor reparar una y tratar la otra de forma conservadora.
- fracturas en pacientes difíciles de cuidar - debido a discapacidad, enfermedad o problemas psiquiátricos - que pueden ser incapaces de tolerar la inmovilización con yeso o de cooperar con los métodos de tracción
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