Ciertos fármacos pueden interferir con los mecanismos normales de la audición o el equilibrio, algunos de forma irreversible. A menudo, el primer indicio de ototoxicidad es el tinnitus, seguido de una pérdida auditiva neurosensorial gradual, o vértigo, o ambos.
Los fármacos ototóxicos más utilizados son los aminoglucósidos.
En general, siempre que sea posible, deben buscarse alternativas no ototóxicas. En caso contrario, vigilar estrechamente los niveles séricos y realizar audiografías seriadas. Evite el posible sinergismo ototóxico, por ejemplo, un aminoglucósido y un diurético de asa.
Debe tener especial cuidado con el riesgo de ototoxicidad si
- la excreción está alterada debido a una enfermedad renal
- el paciente está encamado, en cuyo caso, los efectos vestibulares no serán evidentes hasta que el paciente intente finalmente ponerse de pie
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