El comportamiento suicida hace referencia a una serie de conductas que incluyen: pensar en el suicidio (o ideación), planificar el suicidio, intentar suicidarse y el suicidio en sí. A menudo se desarrolla de forma escalonada, con una ideación y una planificación cada vez más específicas que superan la ambivalencia y hacen que el individuo esté cada vez más decidido.
Una vez que la ideación suicida se hace más específica, los pacientes pueden desarrollar un "síndrome presuicida" caracterizado por:
La presencia de un síndrome presuicida debería ser una señal de alarma. Sin embargo, puede serlo menos en niños y adolescentes, en los que el suicidio impulsivo es más frecuente en comparación con los adultos.
Una vez que la persona decide suicidarse puede estar menos agitada y mostrar signos de estar más estable. Esto puede llevar a los clínicos a subestimar el riesgo de suicidio de esa persona en particular (1).
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