Los médicos, especialmente los de cabecera, tienen que convivir con un alto grado de incertidumbre en los diagnósticos. El objetivo de la anamnesis, la exploración clínica, las pruebas y las investigaciones es reducir la incertidumbre lo suficiente como para poder poner una etiqueta diagnóstica a la enfermedad que permita actuar posteriormente. También pueden aplicarse ensayos empíricos de medicación y observación expectante ("inactividad magistral" dejando pasar el tiempo).
El alcance del proceso depende de la tolerancia del médico y del paciente a la incertidumbre, de la gravedad y tratabilidad de la enfermedad sospechada y de los beneficios y riesgos de los posibles tratamientos.
Es importante preguntarse si una prueba o derivación prevista puede modificar el tratamiento de la enfermedad y si es probable que el paciente se encuentre mejor tras haberse sometido a la prueba o derivación.
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