Tras un traumatismo craneoencefálico se observan cambios psicológicos en muchos pacientes. Pueden ser percibidos por el paciente o por sus amigos y familiares. Algunos ejemplos son la depresión del intelecto, la memoria, la libido y la concentración, el aumento de la irritabilidad y la pérdida de interés.
Algunas secuelas son tratables. Por ejemplo, el aumento de la irritabilidad y la agresividad puede responder a la carbamazepina, la L-dopa o el fenidato de metilo, un agonista de la dopamina.
Los esquemas de "recompensa" pueden ser útiles para corregir comportamientos socialmente inaceptables o para aumentar el "impulso". El deterioro de la función cognitiva puede mejorarse con estrategias específicas como llevar un diario o escribir listas de la compra.
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