Característicamente, el rubor comienza en la frente, el puente de la nariz y las mejillas. Las zonas periorbital y perioral no suelen estar afectadas. En ocasiones, tiende a ser más generalizado afectando al cuello y, a veces, puede extenderse más allá de la cara y las zonas del cuello.
Durante un periodo de meses o años, el rubor intermitente se sustituye por un eritema persistente con pápulas o pústulas. No hay comedones ni seborrea. Las molestias más frecuentes son dolor, ardor, picor o escozor.
Puede haber afectación ocular (normalmente bilateral) y provocar blefaritis y conjuntivitis leves. Los pacientes pueden quejarse de una sensación de cuerpo extraño(1). En casos más graves, puede producirse ulceración corneal y trastornos visuales. La rosácea ocular es la causa habitual de blefaritis posterior.
El rinofima es una afección frecuente, sobre todo en los varones. La proporción entre hombres y mujeres es de aproximadamente 20:1.
Las características clínicas suelen solaparse en la rosácea, pero en la mayoría de los pacientes predomina clínicamente una manifestación concreta de la rosácea. Éstas pueden dividirse en 4 subtipos:
Referencia:
1. Gallo RL, Granstein RD, Kang S, et al. Clasificación estándar y fisiopatología de la rosácea: la actualización de 2017 por el Comité de Expertos de la Sociedad Nacional de Rosácea. J Am Acad Dermatol. 2018 Jan;78(1):148-55.
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