La infección por VIH se diagnostica y detecta mediante la prueba de anticuerpos.
La realización de esta prueba requiere el consentimiento y un cuidadoso asesoramiento del paciente. La confidencialidad del resultado también será importante y puede variar en función de si la prueba la realiza un médico generalista o en una clínica genitourinaria.
La prueba debe realizarse entre 3 y 6 meses después de que el paciente haya estado expuesto a un posible riesgo de infección por VIH. Esto permite la seroconversión, que suele producirse en un plazo de 2 meses (pero puede tardar hasta 12 semanas) a partir de la exposición ("periodo ventana") (1).
Cualquier prueba positiva debe repetirse
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