La principal investigación es la anamnesis, en la que se diagnostica una historia de exposición al alérgeno seguida de síntomas de rinitis alérgica y se sugiere cómo tratar o prevenir nuevos episodios. La variación de los síntomas con respecto al periodo del día (por ejemplo, la alergia a los ácaros del polvo suele ser peor por la noche y a primera hora de la mañana), la estación del año (por ejemplo, alergia al polen), el lugar (por ejemplo, el lugar de trabajo) u otros factores, como la administración de fármacos, pueden dar pistas importantes sobre el alérgeno (1).
Las pruebas de punción cutánea evalúan la IgE ligada a los mastocitos cutáneos. Su popularidad se debe a su bajo coste, simplicidad, perfil mínimo de efectos secundarios y respuesta negativa y positiva claramente discernible. Además, es fácilmente repetible.
Cada vez se es más consciente de que muchos pacientes con síntomas estacionales o perennes pero pruebas cutáneas negativas para la sensibilidad a los alérgenos tienen alergia nasal local, diagnosticable por la presencia de IgE alérgeno-específica en sus secreciones nasales o una prueba de provocación nasal positiva para alérgenos, o ambas cosas (2).
Las pruebas de anticuerpos IgE alergeno-específicos, también conocidas como pruebas radioalergosorbentes (RAST), son útiles para detectar alergenos comunes como los ácaros del polvo, el polen y la caspa de los animales domésticos. Es muy específica pero no tan sensible como la prueba de punción cutánea. Es preferible en situaciones en las que
La atopia propiamente dicha se sugiere por una IgE sérica elevada.
Entre los métodos de investigación menos utilizados se incluyen las pruebas de provocación nasal
Referencias:
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