Se define como la elevación constante o recurrente de la PIO (superior a 21 mmHg) en ausencia de evidencia clínica de daño del nervio óptico o defecto del campo visual.
Ya no es necesario conocer el grosor de la córnea para decidir si tratar o no la HTO, y ahora se recomienda un umbral único de 24 mmHg tanto para la derivación como para el tratamiento (1).
Notas:
Referencia:
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