Desde que Sir Percival Pott hizo la astuta observación de que el hollín contribuía a la prevalencia del cáncer de escroto en los deshollinadores, se ha producido un aumento espectacular del número de sustancias químicas sospechosas de ser cancerígenas. Sus orígenes incluyen la industria, por ejemplo, los hidrocarburos policíclicos, las plantas, los organismos simples, el entorno natural e incluso los efectos secundarios de la quimioterapia médica. Algunos de ellos están relacionados con la exposición laboral o medioambiental y se tratan en la sección correspondiente.
Los primeros experimentos con ratones han dado lugar a una teoría sobre la interacción de los carcinógenos químicos con las células:
Esta teoría es igualmente aplicable a los seres humanos: el cáncer de vejiga se ha relacionado con el efecto acumulativo de la exposición a aminas aromáticas y se cree que el dietilestilboestrol es un promotor del carcinoma endometrial posmenopáusico.
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