La infección por clamidia en el embarazo se ha asociado a parto prematuro, amnionitis e infección puerperal. Si una mujer padece infección cervical por clamidia en el momento del parto, la incidencia de infección neonatal por clamidia es del 60% o más. Las posibles complicaciones de la infección clamidial neonatal incluyen conjuntivitis neonatal (35-50%) y neumonía neonatal (10-20%).
La eritromicina, 500 mg cuatro veces al día durante siete días, es el tratamiento de elección durante el embarazo y la lactancia. Esto se debe a que la tetraciclina, el fármaco de elección habitual para la clamidia, puede provocar anomalías fetales. Si no se tolera la eritromicina, puede utilizarse amoxicilina 500 mg al día durante 7 días (2).
Otro régimen alternativo es Azitromicina 1 gm stat (3)
En todos los pacientes (incluidas las mujeres embarazadas) debe considerarse la derivación a una clínica de medicina genitourinaria (2). El tratamiento debe abarcar cuestiones más amplias, como la promoción de la salud sexual, así como el tratamiento antibacteriano. Las parejas deben ser localizadas, notificadas y tratadas. A todas las personas tratadas se les debe ofrecer un seguimiento adecuado.
Debido al mayor número de pruebas positivas de clamidia después del tratamiento en el embarazo, atribuidas a un régimen de tratamiento menos eficaz, al incumplimiento o a la reinfección, se recomienda que la mujer embarazada se someta a una prueba de curación 5 semanas después de finalizar el tratamiento, 6 semanas más tarde si se le ha administrado azitromicina.
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