Los derrames quilosos pueden producirse por diversas causas, siendo las más frecuentes los traumatismos, las neoplasias, las deformidades linfáticas primarias debidas a hiperplasia o megalinfáticos y la filariasis.
El cuadro clínico depende de la causa subyacente del derrame. No obstante, independientemente de ésta, es necesario actuar con urgencia debido a las implicaciones nutricionales e inmunológicas de la pérdida de líquido rico en proteínas y linfocitos.
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