Los compuestos anticolinesterásicos han sido tradicionalmente el pilar del tratamiento de los pacientes miasténicos, como la piridostigmina.
Entre sus efectos secundarios más frecuentes se encuentran la constricción pupilar, los cólicos, la diarrea y el aumento de la salivación, la sudoración, el lagrimeo y las secreciones bronquiales. Los efectos adversos de estos fármacos (cólicos, diarrea) suelen controlarse con propantelina 15 mg TDS (1).
El principal problema inherente al tratamiento sintomático es la facilidad con la que el paciente puede pasar de un bloqueo miasténico y una debilidad sensible a la anticolinesterasa, a un bloqueo de despolarización resultante de un exceso de acetilcolina en la placa terminal motora debido a un exceso del inhibidor de la colinesterasa.
En este escenario, la administración adicional del fármaco puede ser desastrosa con una posible parálisis respiratoria. La crisis colinérgica resultante se maneja mediante el control de las vías respiratorias y la ventilación, la administración de atropina y la retirada del fármaco. Puede ser necesaria la inmunosupresión o la plasmaféresis.
Pueden producirse remisiones espontáneas en el 20% de los pacientes tratados únicamente con anticolinesterásicos.
Referencias:
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