La incisión peritoneal está plagada de peligros potenciales. Una vez que se obtiene una buena visión del peritoneo en las profundidades de la herida, se utilizan dos pequeñas pinzas arteriales para recoger su superficie. Las pinzas se elevan suavemente alejándolas de la cavidad peritoneal. Se palpa el peritoneo entre las puntas para asegurarse de que no hay asas intestinales entre ellas. Si esta zona está libre de intestinos más profundos, se realiza un pequeño corte a través del peritoneo siguiendo la línea de la herida principal. Al hacerlo, el aire puede entrar en la cavidad peritoneal. Puede aparecer líquido peritoneal en el lugar; si es purulento, debe documentarse y enviarse el pus para análisis microbiológico.
Se introducen tijeras en esta incisión y, de nuevo con el peritoneo levantado para evitar cortar el intestino, se extiende la incisión.
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