Se trata de un trastorno cutáneo que cursa con eritema fijo o recurrente, telangiectasia, edema, pápulas y pústulas que afectan a la frente, las mejillas, la nariz y, a menudo, la barbilla.
Es más frecuente en personas de piel clara que se quema con facilidad, pero también puede darse en afrodescendientes (1).
Es relativamente frecuente, con una prevalencia en mujeres del 5% y en hombres de algo menos del 4% (2), pero los hombres tienen más probabilidades de evolucionar a una enfermedad grave (2).
Suele aparecer entre los 30 y los 60 años. (3)
Los cambios oculares son la presentación inicial en el 20% de los pacientes (4)
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Referencia:
1. Gallo RL, Granstein RD, Kang S, et al. Clasificación estándar y fisiopatología de la rosácea: la actualización de 2017 por el Comité de Expertos de la Sociedad Nacional de Rosácea. J Am Acad Dermatol. 2018 Jan;78(1):148-55.
2. Gether L, Overgaard LK, Egeberg A, et al. Incidencia y prevalencia de la rosácea: una revisión sistemática y metaanálisis. Br J Dermatol. 2018 Aug;179(2):282-9.
3. Dos AM, Wu W, Gallo RL, et al. Rosácea: parte I. Introducción, categorización, histología, patogénesis y factores de riesgo. J Am Acad Dermatol. 2015 May;72(5):749-58.
4. Thiboutot D, Anderson R, Cook-Bolden F, et al. Opciones de manejo estándar para la rosácea: la actualización de 2019 por el Comité de Expertos de la Sociedad Nacional de Rosácea. J Am Acad Dermatol. 2020 Jun;82(6):1501-10.
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