La celiaquía se consideraba una enfermedad rara que solía presentarse en la infancia con síntomas de malabsorción: pérdida de peso, diarrea crónica o retraso del crecimiento. Esto se conoce como enfermedad celíaca "clásica" y sigue siendo relativamente rara.
En la actualidad, se considera que la enfermedad celíaca es una afección común que se presenta con síntomas "no clásicos" durante la edad adulta (normalmente en la cuarta o quinta década de la vida). Las manifestaciones no clásicas incluyen síntomas del síndrome del intestino irritable, dolor abdominal, alteración del hábito intestinal y anemia (con mayor frecuencia, ferropenia) (1).
Además, los pacientes pueden ser asintomáticos (también conocida anteriormente como enfermedad celíaca silente): a pesar de tener una lesión intestinal característica, los pacientes no presentan ningún síntoma (ni siquiera en respuesta a un interrogatorio detallado) (2).
Por lo tanto, el médico debe ser consciente de esta diversidad de síntomas de la enfermedad celíaca, que pueden no incluir síntomas abdominales o signos de malabsorción (1).
En general, las características clínicas de la enfermedad celíaca pueden analizarse en función de:
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