El cáncer de ovario es la quinta neoplasia maligna más frecuente en las mujeres del Reino Unido, con 4.275 muertes al año. Cada año se diagnostican 5.000 nuevos casos, lo que supone una incidencia de 20,3 por 100.000 habitantes.
El carcinoma de ovario representa una cuarta parte de todos los cánceres del tracto genital, pero es responsable de más de la mitad de las muertes, principalmente debido a su presentación tardía.
La mayoría son adenocarcinomas -serosos, mucoides y endometrioides-; los disgerminomas, los tumores de células de la granulosa y los metastásicos representan la mayor parte del resto.
El carcinoma ovárico tiene una incidencia a lo largo de la vida de aproximadamente el 0,97%. En comparación con el carcinoma de cuello uterino, endometrio y mama, que tienen una incidencia a lo largo de la vida del 1,29%, 1,02% y 5,11% respectivamente. El carcinoma de ovario tiene una edad media de incidencia de 58 años y suele aparecer entre la tercera y la octava décadas.
El pronóstico de las mujeres con cáncer de ovario suele ser malo, con una tasa global de supervivencia a 5 años inferior al 35% (2).
A pesar de las tasas de supervivencia global relativamente bajas del cáncer de ovario, la supervivencia se ha multiplicado por dos en los últimos 30 años. Esto ha coincidido con el advenimiento de una quimioterapia eficaz y, en particular, con la introducción de agentes basados en el platino, así como con cambios en la práctica quirúrgica (1).
Las directrices del NICE han subrayado la importancia de que los médicos conozcan los síntomas y signos de un posible cáncer de ovario (1):
conocimiento de los síntomas y signos
remitir urgentemente a la mujer si en la exploración física se detecta ascitis y/o una masa pélvica o abdominal (que no sean obviamente fibromas uterinos)
realizar pruebas en atención primaria (véase más adelante) si una mujer (especialmente si tiene 50 años o más) dice tener alguno de los siguientes síntomas de forma persistente o frecuente, en particular más de 12 veces al mes:
sensación de plenitud (saciedad precoz) y/o pérdida de apetito
dolor pélvico o abdominal
aumento de la urgencia y/o frecuencia urinaria
considerar la realización de pruebas en atención primaria (véase más adelante) si una mujer refiere pérdida de peso inexplicable, fatiga o cambios en el hábito intestinal
aconsejar a toda mujer que no sea sospechosa de padecer cáncer de ovario que acuda a su médico de cabecera si sus síntomas se vuelven más frecuentes y/o persistentes
realizar las pruebas apropiadas para detectar el cáncer de ovario (véase más adelante) en cualquier mujer de 50 años o más que haya experimentado síntomas en los últimos 12 meses que sugieran la presencia del síndrome del intestino irritable (SII), ya que el SII rara vez se presenta por primera vez en mujeres de esta edad
pruebas en atención primaria para detectar un posible cáncer de ovario
medir el CA125 sérico en atención primaria en mujeres con síntomas que sugieran cáncer de ovario
si el CA125 sérico es igual o superior a 35 UI/ml, realizar una ecografía de abdomen y pelvis
si la ecografía sugiere cáncer de ovario, remitir a la mujer urgentemente para que se realicen más investigaciones
para cualquier mujer que tenga un CA125 sérico normal (menos de 35 UI/ml), o un CA125 de 35 UI/ml o superior pero una ecografía normal
evaluarla cuidadosamente en busca de otras causas clínicas de sus síntomas e investigarlas si procede
si no hay otra causa clínica aparente, aconsejarle que vuelva a su médico de cabecera si sus síntomas se hacen más frecuentes y/o persistentes
Más mujeres con un estadio conocido son diagnosticadas en un estadio tardío (55-58% son diagnosticadas en estadio III o IV), que en un estadio temprano (42-45% son diagnosticadas en estadio I o II). Entre el 17% y el 21% de las mujeres presentan metástasis en el momento del diagnóstico (estadio IV) (2)
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