El tratamiento se basa en inhibir los síntomas de urgencia y aumentar el intervalo entre micciones. Las opciones incluyen entrenamiento vesical, biorretroalimentación e hipnosis, y fármacos.
También puede plantearse la cirugía, ya sea para interrumpir las vías nerviosas o para aumentar la capacidad de la vejiga. Un enfoque habitual es la resección del plexo vesical por vía vaginal.
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