El síndrome de las piernas inquietas (SPI, también conocido como síndrome de Ekbom) (1) es un trastorno sensoriomotor frecuente; las cifras de prevalencia de este síndrome en adultos se sitúan entre el 5 y el 29% (2).
Los pacientes se quejan de sensaciones desagradables experimentadas predominantemente en las piernas y raramente en los brazos. Los síntomas sólo aparecen en reposo y se acentúan por la tarde o por la noche.
A menudo se siente un fuerte deseo de mover las extremidades, lo que sólo alivia temporalmente los síntomas. El trastorno se caracteriza por movimientos periódicos de las piernas durante el sueño. Estos movimientos pueden interferir con el sueño.
El trastorno se asocia a una afección conocida como movimientos periódicos de las piernas durante el sueño (PLMS). Alrededor del 80% de los pacientes con SPI padecen PLMS (aunque menos del 50% de los pacientes con PLMS padecen SPI) (3). Estos movimientos pueden interferir con el sueño y los pacientes pueden presentar quejas de insomnio o fatiga como síntomas iniciales (1).
La fisiopatología subyacente del SPI no está plenamente reconocida. Parece estar asociado a
- anomalías de las neuronas dopaminérgicas
- reducción de las reservas de hierro, especialmente en el cerebro (4)
Grupos de estudio a gran escala en Europa y EE.UU. han identificado varios factores que se asocian con el SPI:
- índice de masa corporal elevado
- bajos ingresos
- tabaquismo
- falta de ejercicio
- bajo consumo de alcohol
- diabetes mellitus (5)
Hay que tener en cuenta que los agonistas dopaminérgicos ya no se utilizan como tratamiento de primera línea para el SPIdebido a las complicaciones asociadas (6,7):
- aumento (sugerido por un empeoramiento del SPI acompañado de la necesidad de aumentar la dosis de agonista dopaminérgico) (7)
- el aumento se refiere a un empeoramiento paradójico de los síntomas del SPI inducido por el fármaco, que a menudo se presenta como un inicio más temprano de los síntomas durante el día, un aumento de la gravedad de los síntomas o la extensión a otras partes del cuerpo
- El riesgo de aumento aumenta con dosis más altas (>0,5 mg/día de pramipexol o >4 mg/día de ropinirol), uso prolongado y dosis vespertinas o múltiples diarias.
- La incidencia acumulada a lo largo de 10 años de aumento con agonistas dopaminérgicos ha superado el 60% en algunas cohortes.
- Riesgo de desarrollar un trastorno del control de los impulsos (TCI).
- los TCI reconocidos en este contexto incluyen el juego patológico, la hipersexualidad, la alimentación compulsiva, las compras compulsivas y el uso compulsivo de medicamentos
- Los agonistas dopaminérgicos utilizados en el SPI tienen una alta afinidad selectiva por los subtipos de receptores D2/D3, que se expresan predominantemente en las áreas límbicas del cerebro, regiones implicadas en la adicción y los TCI.
- no está claro por qué algunos pacientes con SPI desarrollan estas complicaciones y otros no
- las estimaciones de prevalencia de CDI y/o conductas adictivas oscilan entre el 5 y el 17% (8,9)
- sin embargo, Heim B et al observaron, aunque mediante un estudio retrospectivo de casos y controles, que los pacientes con SPI que reciben tratamiento con agonistas dopaminérgicos tienen un riesgo casi 6 veces mayor de presentar síntomas de CDI (10)
- la dosis de agonistas dopaminérgicos no se correlaciona con la incidencia de CDI en pacientes con SPI (10)
Referencias: