En términos normativos, "prevención" suele referirse a evitar la pérdida de masa ósea, mientras que "tratamiento" se refiere a disminuir el riesgo de fractura. En la práctica clínica, esta distinción es menos apropiada. Es más útil considerar la indicación de la intervención como prevención de la fractura osteoporótica, se haya producido o no una fractura por fragilidad.
Cada vez hay más pruebas de que muchas intervenciones terapéuticas se inician y finalizan con relativa rapidez, y se ha pasado de las estrategias preventivas a largo plazo al uso de tratamientos a corto plazo para personas de alto riesgo. Hay pruebas que demuestran reducciones significativas de la tasa de fracturas en mujeres osteoporóticas tras un año de tratamiento. También hay pruebas de que la mayor reducción de fracturas puede lograrse en mujeres con menor densidad ósea.
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