La angina se describe como un síndrome clínico de dolor o presión torácica que acompaña a periodos de isquemia miocárdica; suele ser la manifestación de una enfermedad arterial coronaria. Suele agravarse con actividades que aumentan la demanda miocárdica de oxígeno, como el ejercicio y el estrés emocional (1). El nombre deriva del griego "agkone", que significa estrangulamiento.
El mecanismo de la sensación de dolor es incierto: los productos metabólicos de la ischamia estimulan las fibras del dolor que pasan a los ganglios simpáticos entre C7 y T4. A continuación, el dolor se deriva a los dermatomas periféricos correspondientes.
El dolor torácico suele ser una molestia central y constrictiva que puede irradiarse a la mandíbula, el cuello o uno o ambos brazos y puede asociarse a dificultad respiratoria.
La Encuesta de Salud para Inglaterra (2006) informó de que alrededor del 8% de los hombres y el 3% de las mujeres de entre 55 y 64 años padecen o han padecido angina de pecho (2)
SIGN afirma que, a pesar de un fuerte descenso de la mortalidad por enfermedad arterial coronaria (EAC) en Escocia en los últimos 20 años, la EAC sigue siendo una de las principales causas de muerte en Escocia, responsable de 7.154 muertes en 2015 (1)
SIGN ha descrito las opciones de tratamiento en caso de sospecha de angina (1):
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