Los corticoides inhalados pueden utilizarse en el tratamiento a largo plazo del asma y, ocasionalmente, de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (bronquitis crónica y enfisema) (1).
En el asma, la inflamación de las vías respiratorias está presente incluso en la enfermedad leve, y actualmente se recomienda el tratamiento con glucocorticoides inhalados en una fase mucho más temprana que antes.
Numerosos estudios han demostrado que los corticoides inhalados, independientemente del preparado, tienen efectos sistémicos mínimos cuando se utilizan a dosis bajas. Pueden producirse efectos secundarios sistémicos a dosis elevadas: por encima de 400 microgramos de beclometasona al día en niños y 800 microgramos de beclometasona en adultos (3).
La cantidad de absorción sistémica puede reducirse mediante el uso de dispositivos espaciadores con inhaladores de dosis medidas y mediante el enjuague bucal tras el uso de inhaladores de polvo seco. Éstos deben utilizarse siempre que se necesiten dosis de 800 microgramos de beclometasona al día (o equivalente) o más para controlar el asma.
Fumar (tanto los fumadores actuales como los ex fumadores) disminuye el efecto de los esteroides inhalados y en estos pacientes pueden ser necesarias dosis más altas (4).
Referencias:
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